sábado, 28 de agosto de 2010

Secuestra a un español y gana 5 millones de dólares para secuestrar a otros diez. Garantizado con el sello de ZP.

En primer lugar debemos hacer referencia a dos sucesos acaecidos durante esta última semana, uno feliz, por la liberación de unas personas secuestradas en África por Al Qaeda, pero previo pago de 5 millones de euros que les podrá servir para llevar a cabo una campaña masiva de secuestros, preferiblemente de españoles; y otro desgraciado, consistente en el asesinato perpetrado por la misma organización terrorista de dos miembros de la Guardia Civil, José María Galera Córdoba y Abraham Leoncio Bravo Picallo y un traductor, Ataollah Taefik Alili, español de origen iraní, destinados a la guerra de Afganistán y a cuyos familiares les transmitimos nuestro agradecimiento y más sentido pésame.


Alguien podría pensarlo, pero la verdad es que entre la liberación y el acto de guerra que acabó con nuestros compatriotas había muy poco tiempo para que los 5 millones de euros recibidos en África hayan podido servir para matar a nuestros compatriotas destinados a la Guerra de Afganistán. Ahora bien, ¿quién puede negar que el pago de dicho rescate no vaya a servir para que Al Qaeda pueda matar a otros militares españoles en Afganistán o para financiar una campaña masiva de secuestros?

Los españoles hemos pasado a ser objetivo prioritario de terroristas, piratas y mafiosos por culpa de la política de cesión al chantaje que está llevando a cabo el Gobierno de Zapatero. El secuestrador priva de libertad a una persona con la esperanza de recibir una contraprestación por la liberación de los rehenes y para ello se sirven de la valiosísima arma de los sentimientos de familiares y amigos de los secuestrados, que como es natural, presionan a su Gobierno para que haga cuanto sea posible a fin de que dicho trance termine sin daño alguno para las víctimas.

A la población en general, si se deja guiar por sentimientos humanitarios respecto de las víctimas, le puede parecer que lo más loable sea pagar el rescate a fin de que los secuestrados salgan indemnes. Sin embargo esto no es tan sencillo como a simple vista nos puede parecer. En realidad, si nos dejamos llevar por nuestros buenos sentimientos, lo único que conseguimos es ceder al chantaje emocional del que se sirven los secuestradores y seguirles el juego, siempre en beneficio de los secuestradores. El secuestrador, pirata, terrorista o mafioso, o las tres cosas a la vez, obtiene de esta manera una suculenta recompensa por la comisión de un delito.

Si el Gobierno cede al chantaje nos encontramos a) con la comisión de una injusticia: todos sabemos que la consecuencia de cometer un delito debe ser la imposición de una pena o castigo, y no la concesión de un premio o recompensa; b) los terroristas logran su objetivo resintiéndose el Estado de Derecho y la seguridad jurídica ya que sale más rentable incumplir la ley y; c) los terroristas obtienen financiación a través de la comisión de actos delictivos para perpetrar otros actos delictivos: ¡Secuestra a un español y gana 5 millones de dólares para secuestrar a otros diez! ¡En poco tiempo habrás logrado 500 millones de dólares!

Lo dicho: con la política de Zapatero, los españoles pasamos a ser objetivo prioritario de los secuestradores porque el pago del rescate está garantizado con el sello de ZP.

¿Qué hacer, pues, en estos casos? En mi opinión, no pagar nunca el rescate y a su vez poner precio a la cabeza de los secuestradores amenazándoles con un mal diez veces superior si no proceden la liberación inmediata de los rehenes. Dicho de otra forma: darle la vuelta a la tortilla. Quizá a muchos les parezca exagerado e incluso escandaloso, pero esta gente sólo entiende el lenguaje de la barbarie: si somos blandos o demasiado escrupulosos con ellos, lo único que conseguimos es que se rían de nosotros; logren su objetivo; y lo celebren, bien descorchando una botella de Cava o Champagne, o montándose una orgía con prostitutas, tal como hicieron los piratas somalíes.

Los europeos debemos caer en la cuenta de que estamos en guerra, aunque no nos guste ni la hayamos buscado. Los europeos debemos ser conscientes de que tenemos enemigos dispuestos a terminar nuestra civilización y no nos referimos sólo a Al Qaeda y otros dictadores de corte islamita. La política de alianza de civilizaciones, muy comprensiva con los tiranos y totalmente falta de aprecio por las víctimas de éstos, no logra otra cosa que dejar hacer a los enemigos de Europa. Si no lo hacemos ahora, si no nos ponemos firmes de inmediato, quizá luego sea demasiado tarde, o no siéndolo, la solución sea muchísimo más traumática y cruel.

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