viernes, 19 de noviembre de 2010

Contra las leyes antitabaco.

Desde el Club de Fumadores por la Tolerancia nos ha llegado una petición de auxilio frente a una más de numerosas las políticas asfixiantemente intrusivas, esta vez la que se refiere a la prohibición de fumar.

En mi opinión no sólo se trata de defender la libertad del fumador. Aquí se trata de frenar la frenética actividad intrusiva del Estado en las relaciones sociales de las personas. Al final van a terminar regulándonos cosas como el acto sexual (ya hay alguna iniciativa desde el extinto Ministerio de Igualdad) o cómo hacer nuestras necesidades.


Todo esto va en perjuicio de la libertad del ciudadano normal y corriente al que el Estado del ofrece un "caramelo envenenado" consistente en poder alegar frente a otro, por ejemplo, que no practica el sexo según los cánones establecidos por "Papa Estado". Ejemplo que a muchos les parecerá chusco, pues sí, es ciertamente chusco, pero no por ello menos real. Lo chusco del ejemplo no hay que buscarlo por tanto en quien lo expone, sino en lo chusco de estas leyes intrusivas. Si no frenamos esta deriva reguladora y prohibicionista llegaremos a un punto donde todo aquello que no esté prohibido, será obligatorio.

En el caso de los bares, restaurantes, hoteles... nuestra postura es la siguiente:
1. Los establecimientos privados abiertos al público son de titularidad privada.
2. El empresario arriesga su patrimonio cuando monta una empresa. El empresario invierte con su patrimonio; avala con su patrimonio y responde de las deudas con su patrimonio.
3. No habiendo régimen de monopolio, nadie está obligado a entrar o dejar de entrar en un establecimiento privado abierto al público.
4. El empresario debe tener la última palabra en lo que se refiere a la decisión de dejar fumar, no dejar fumar, o habilitar zonas de fumadores y no fumadores.
5. Nadie está obligado a trabajar por cuenta ajena para un empresario en cuyo local está (o no está) permitido fumar del mismo modo que ningún abogado está obligado a defender causas por el Turno de Oficio: si decide apuntarse, tiene la obligación de apechugar con las causas que se le encomienden, por poco éticas que puedan parecerles. De lo contrario, que no se hubiese apuntado.

A continuación dejamos un enlace a una entrada del blog del Club de Fumadores por la Tolerancia, donde se nos pide auxilio frente a las intenciones orwellianas de la Unión Europea.

Petición de auxilio del Club de Fumadores por la Tolerancia. Encuesta europea.

4 comentarios:

  1. Me parece perfecto.

    Una sugerencia: Pon el agregador más arriba, porque casi no lo encuentro.
    :)

    Un saludo.

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  2. Nadie el libre para perjudicar a los demás. Leed los perjuicios del tabaco. Tambien podrían cobrar los gastos sanitarios resultantes de enfermedades contraídas por este vicio, que no perjudica tan solo al fumador.
    En las fincas de vecinos, los lugares comunes (portal, escalera, patios...) también perjudican a otros, los fumadores. En todos los casos, tirar las colillas "al aire" como lo hacen muchos, igual que los amos de perros dejas las KKss por las aceras, además de antisocial el fumador pone en peligro que ese cigarro pueda prender en algún sitio, lo coja un niño, etc...Nada que ya no sepan.

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  3. Anónimo, nadie está obligado a entrar en un lugar de titularidad privada como es un bar, restaurante, pub, discoteca, hotel, pensión, casa de comidas, fonda, posada...

    No confundamos establecimiento público con establecimiento abierto al público porque éste último puede ser de titularidad pública o privada.

    En los restaurantes y bares de hospitales, universidades y otros centros de titularidad pública no se puede fumar. Así lo ha decidido la persona a la que se le ha confiado la dirección de tales sitios. Respetemos también las decisiones que tomen los empresarios en sus respectivas empresas en lo tocante a qué se puede hacer o no hacer en sus establecimientos. Al fin y al cabo, a diferencia de los anteriores, éstos, los empresarios, sí que arriesgan su propio patrimonio, no el de los demás como hacen aquellos políticos ávidos de imponer todas las prohibiciones que se les ocurren.

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