jueves, 23 de junio de 2011

Juan Jacobo Rousseau: inspiración de totalitarios


¡No! ¡No nos representan! Es el grito más oído durante estas últimas semanas por los indignados.


Lo gritan como si ellos representaran a la Nación. Estos indignados no ven la democracia como un instrumento o garantía de nuestros derechos frente al Estado, sino como un fin en sí mismo. La democracia lo es todo y está por encima de la libertad. No han faltado gritos contra medios de comunicación discrepantes pidiendo una ley reguladora del derecho a la información para evitar tal discrepancia, es decir, la censura.

Alguien lo podrá negar alegando que se trata de voces aisladas y espontáneas. Pero este truco de diluir la responsabilidad del grupo en la aparente individualidad y espontaneidad de estas cosas ya es muy viejo. No cuela. Se practica en los colegios para hacer gamberradas y sobre todo por partidos o movimientos desestabilizadores de corte troskista. Así que el que no te conozca, que te compre (la excusa de mal pagador).

Juan Jacobo Rosuseau defendía lo siguiente:


Si se descarta, pues, del pacto social lo que no constituye su esencia, encontraremos que el mismo se reduce a los términos siguientes: “Cada cual pone en común su persona y su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo.

Esto que propone Rousseau supondría la implantación del partido único elegido democráticamente y la supremacía de sus bandos frente a los derechos inalienables del hombre. Los cargos dotados de potestad serían elegidos democráticamente, pero ejercerían la potestad de una manera totalitaria. El individuo quedaría desprotegido frente a la dictadura del partido único que además lo coparía todo.

Continúa diciendo Rousseau:

Así como la naturaleza ha dado al hombre un poder absoluto sobre todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los suyos.

Aquí Juan Jacobo Rousseau no pone la garantía de la libertad del hombre como fundamento sobre el que se asienta la creación de un Estado, sino que hace derivar del Estado la creación de los derechos humanos. La consecuencia es que la razón de Estado, de partido único debe prevalecer sobre el respeto de los derechos fundamentales.

Rousseau no parte de la idea de que garantizar el respeto a la vida y a la libertad del individuo es un fin en sí mismo.

Esta concepción funcional de los derechos fundamentales, que parte no de la existencia previa de los derechos, sino de que derivan de una concesión del Estado y quedando sometidos aquellos a la razón de Estado de partido único, sirvió para subvertir primero los sistemas de derechos fundamentales y libertades públicas de los regímenes democráticos europeos de las dos primeras décadas del siglo XX, y para justificar y legitimar a continuación el Estado Total o los sistemas totalitarios.

Estos sistemas totalitarios se caracterizaban por tener un régimen de partido único, y por fagocitar dicho partido a todas las fuerzas sociales de la nación. El Estado totalitario se caracterizaba por ser un Estado total y omnipresente de partido único y por ser mucho más invasivo y limitador de derechos, con un incontenible afán de regulación, que el Estado Moderno o de las Monarquías Absolutas.

En resumen, la concepción finalista de Rousseau ha producido un efecto totalmente perverso al prevalecer el interés o razón de Estado y de partido frente a la libertad de la persona. Esta tradición rousseauniana ha tenido como consecuencia la subversión del carácter universal de los derechos humanos, la negación del principio de igualdad formal y el vaciamiento del contenido de los derechos fundamentales, principalmente:

a) Mediante la creación de derechos de nueva generación oponibles y por tanto limitadores de los derechos fundamentales.

b) Con la desmedida proliferación de leyes reguladoras de derechos fundamentales por el Estado Total a través de las cuales éste va vaciando el contenido esencial de los derechos constitucionalmente reconocidos.

1 comentario:

  1. Los derechos fundamentales inherentes a la persona son de inspiración cristiana y parten de su concepción de la dignidad de la persona humana, hecha a semejanza de su Creador.

    Al materializarse la filosofía por instigación principalmente masónica, el relativismo totalitario comienza a extenderse como una plaga y a esclavizar a las personas.

    Se acuñan, con carácter de organización humanista universsal, el Punto 1º: El jefe siempre tiene la razon, y el Punto 2º: cuando no la tenga se aplicará el punto 1º.

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