miércoles, 23 de marzo de 2011

LA NOGUERRA DE LIBIA

La ministra de Exteriores ha explicado la postura de España con respecto al conflicto libio, insistiendo en que "no estamos en guerra, sino cumpliendo con una resolución de la ONU".

                                   
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 El PSOE dijo que ellos nunca habían llevado a España a una guerra. Él, Matías Prats, sabía que el PSOE había llevado a España a la Primera Guerra de Irak con soldados de reemplazo en 1990 y a la de Yugoslavia en 1994. El PSOE desterraba de su vocabulario de neolengua la palabra guerra para llamarla paz o viceversa según le convenía. Matías sabía que enviar cuatro aviones de guerra, dos fragatas y 500 soldados para intervenir en un escenario de guerra, era ir a la guerra, pero el PSOE decía que no era una guerra, sino el cumplimiento de de una resolución de la ONU. Según el diccionario de neolengua, la palabra indicada para esa situación era NOGUERRA. Pero, ¿dónde constataba Matías aquéllos conocimientos? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo caso, iba a ser aniquilada muy pronto.


Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad: lo de Libia es una NOGUERRA.

Decían los slogan del partido:

LA GUERRA ES LA PAZ
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
EL QUE CONTROLA EL PASADO, CONTROLA EL FUTURO
EL QUE CONTRLA EL PRESENTE, CONTROLA EL PASADO


La mente de Matías Prats se deslizó por el laberíntico mundo del doplepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo.

Ésta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender la palabra doblepensar implicaba el uso del doblepensar.

El pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban «control de la realidad». Pero en neolengua había una palabra especial para ello: DOBLEPENSAR.

1984 ¿O 2004-...?
GEORGE ORWELL

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