lunes, 14 de enero de 2013

La División de Poderes (IV). España: partidocracia y confusión de poderes.


A partir de ahora pasamos a analizar el primero de los dos principales aspectos del orden político vigente hoy en España: partidocracia y confusión de poderes, El segundo aspecto a examinar es la vigencia de un Estado de Derecho sólo en sentido formal, lo que equivale a la negación del Estado de Derecho.

Así pues, partiendo de que siempre es mejor corregir que innovar, conviene analizar antes de hacer cualquier propuesta de modelo de Estado los siguientes aspectos del orden político vigente en España:

  1. La partidocracia y la confusión de los poderes de legislar, gobernar y juzgar.
  2. Y la implantación de un Estado de Derecho sólo en sentido formal cuyo resultado es la negación del Estado de Derecho.


A uno y otro aspecto dedicaremos cuantos artículos sean necesarios. Comenzamos por la partidocracia y la confusión de poderes.

La partidocracia y la confusión de poderes no pueden analizarse por separado desde el momento en que ambas son recíprocamente sus respectivas causa y consecuencia. Y eso es lo que se intenta demostrar a continuación aunque ya se dijo algo de ello en la “iracunda perorata” de año nuevo.  Para ello se irán alternando las explicaciones con ejemplos de la más rabiosa y candente actualidad.

La Constitución establece formalmente, aunque no de manera explícita, el principio de separación de poderes siguiendo la doctrina de Montesquieu. En principio se prevén unas Cortes Generales bicamerales para la elaboración de las leyes, cuyos componentes son elegidos directamente por el pueblo cada cuatro años. A continuación se prevé un Gobierno que se encarga de gestionar los bienes comunes de los españoles, de dirigir la administración, la defensa del Estado y las relaciones internacionales. Este Gobierno, no es elegido directamente por los españoles, sino a través del Congreso de los Diputados, la cámara baja de las Cortes. Finalmente el Título VI se halla bajo la rúbrica "Del Poder Judicial".

Aunque el proceso mental por el cual el votante dice introducir su voto en la urna para la elección del presidente del Gobierno sea formalmente erróneo, puesto que legalmente da su voto a una lista de Diputados a Cortes y de Senadores, es sin embargo el más acertado y el que más se acerca a la realidad política vigente. Vamos por pasos.

¿De dónde vienen? El Presidente del Gobierno debe ser a su vez Diputado a Cortes y los ministros suelen serlo habitualmente. Unos y otros se presentan como candidatos por un partido político. En cuanto a los Diputados a Cortes y Senadores, todos ellos, igualmente, aparecen como candidatos al Congreso y al Senado por un partido político.

¿Quiénes hacen las listas? Establece el artículo 6 de la Constitución que la estructura interna y el funcionamiento de los partidos políticos, deben ser democráticos. Luego la Ley Orgánica de Régimen Electoral General prevé un sistema de elección por listas de partidos y, dicho esto, el hecho de que los candidatos deban venir avalados por un partido político ya es una limitación de la democracia. Puede alegarse a favor del sistema vigente que de alguna manera hay que organizar el trámite por el cual se accede al poder, y en este caso se ha optado legalmente, que no constitucionalmente, por esta solución, que sólo puedan haber candidatos de partido.

¿Pero en realidad son democráticos los partidos? Formalmente sí, pero en la práctica no. Aquí tenemos el primer filtro por el cual al pueblo se le predeterminan los candidatos que pueden elegir. Desde el momento en que las élites del partido en cuestión, es decir, quienes ocupan los más altos cargos del partido, controlan el acceso desde las bases del partido a sus instancias superiores a través del voto indirecto. El resultado es que lo único que tiene de democrático es que el afiliado o militante de base elige al presidente de su sede o agrupación local o de barrio.

A partir de ahí el presidente de la sede o agrupación de base elige discrecionalmente a su junta directiva. Sucede que de esta manera todos los militantes con ánimo de medrar, se verán forzados a rezar mirando hacia La Meca, empezando por su posible mentor, el presidente de sede o agrupación y acabando por La Roca, el líder del partido.

Ese del que se acaba de hablar, es el primer escalón en el arte de medrar. En el segundo peldaño nos encontramos únicamente, trifásicos aparte, a los presidentes de agrupaciones o sedes y a las juntas directivas elegidas por ellos. Ellos eligen generalmente al presidente provincial del partido, que a su vez luego va a nombrar digitalmente a los miembros de su junta directiva. Valga esto para el tercero y sucesivos peldaños hasta alcanzar “lo más alto a lo que un gentilhombre puede llegar”: la torre del homenaje.

De este modo, el presidente o líder de partido puede decir “las listas las hago yo” o “el que se mueva no sale en la foto”. Y lo dicen con razón, en esto hay que agradecerles su sinceridad, como buenos vasallos, claro está.

Ejemplos:

  1. “Las listas las hago yo”, recordó, en forma de amenaza, Mariano Rajoy en la última gran crisis interna de la formación, cuando Ricardo Costa y Francisco Camps, por un lado, y Esperanza Aguirre y Manuel Cobo, por otro, copaban todas las portadas.
  2. El congreso del PSOE en Sevilla se decantó por Alfredo Pérez Rubalcaba, por 22 votos, porque Felipe González y Alfonso Guerra utilizaron a fondo sus terminales dentro del congreso. La vieja guardia socialista no se fía de Carme Chacón para dirigir el partido en estos difíciles momentos.  
  3. “El que se mueve, no sale en la foto” de Alfonso Guerra y “Gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones” de Felipe González citando a Deng Xiaoping, quien era presidente de China durante los sucesos de la Plaza de Tian’anmen.


Por tanto, el líder del partido y su junta directiva, los elegidos de lo alto, predeterminan los candidatos que el pueblo va a poder elegir. O se es muy bueno en el arte de medrar o se es muy afortunado porque Su Excelencia venga a uno con su nave espacial para abducirle como si de una película de ovnis se tratara.

Pero no se vayan todavía, porque aun hay más: conseguidores, subvenciones a partidos, y las trabas burocráticas y financieras para nuevos partidos para impedirles su acceso al mercado del voto. Asuntos que se tratarán en los artículos siguientes. En los sucesivos se hablará de las razones de por qué no se pone remedio a todo esto, de quién le pone el cascabel al gato, de la invasión del Poder Judicial por los partidos, del caso especial del Tribunal Constitucional, intentando demostrar cómo estos graves defectos afectan a la corrupción generalizada e institucionalizada en España.

Se intentará demostrar cómo a la clase dirigente española se le puede aplicar lo que en el Génesis dijo a Eva la serpiente: “Seréis como dioses”, no conocedores del bien y del mal, sino por encima del bien y del mal.


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